El cultivo de plantas nos permite desarrollar otras facetas de nuestra personalidad: hablamos de la constancia, la observación, el respeto hacia los tiempos de la naturaleza, la paciencia, la consecución de pequeños logros y la mejora de nuestra autoestima, entre otros. Y esa es la base del plantfulness, que se refiere a aquellos momentos que dedicamos a nuestras plantas, es decir, los momentos de riego, limpieza, poda o contemplar los nuevos brotes, porque estas actividades requieren que toda nuestra atención esté puesta en ello.
En nuestro mundo moderno, caracterizado por espacios de trabajo digitales y notificaciones de teléfonos inteligentes, es muy sencillo desconectarse del entorno natural. Nuestros cerebros sobreestimulados son propensos a huir con nuestros pensamientos, siempre planeando el futuro o deteniéndose en recuerdos, sin prestar mayor atención al presente.
Las plantas, sin embargo, son los elementos de vida perfectos para la práctica de la atención plena. Su presencia tranquilizadora nos facilita reconectarnos con la naturaleza y redescubrir una sensación de paz y quietud, y de eso se trata el plantfulness. Es decir que, cuando nuestros pensamientos comienzan a girar en espiral, estos pueden desencadenar preocupación y ansiedad entre nosotros. Cuando esto sucede, es útil tener una planta frente a nosotros para traernos de vuelta al presente y centrar nuestros pensamientos.
La atención plena es la capacidad básica que tenemos los seres humanos para estar completamente presentes, conscientes de dónde estamos y de lo que estamos haciendo, y no demasiado reactivo o abrumado por lo que sucede en nuestro entorno.
Las plantas viven en un estado de presencia constante, inclinándose hacia la luz, haciendo fotosíntesis y creciendo rápida o lentamente siguiendo sus tendencias naturales. “¿Qué haría la planta?” podemos preguntarnos cuando sentimos que nuestro cerebro se sobresatura de información. La respuesta está ahí: las plantas permanecen tranquilas, presentes y enfocadas en la situación actual. Podemos aprender mucho de sus actitudes.
Plantfulness: cultivar sin esfuerzo nuestro “yo” interior
Al elegir una planta de interior, por supuesto, es importante tener en cuenta el entorno en el que vivirá:
- ¿Está soleado o sombreado?
- ¿Caliente o frío?
- ¿El aire es húmedo o seco?
- ¿El espacio es lo suficientemente grande para un árbol, o le quedaría mejor una suculenta pequeña?
Sin embargo, el plantfulness también nos anima a pensar en nuestros propios hábitos y apoyarnos en ellos. ¿Eres de esas personas que aman regar en exceso? Entonces una planta de bambú sería una excelente opción. Para aquellos de nosotros que estamos ocupados y, a menudo, lejos de casa, es aconsejable elegir una planta resistente como una sansevieria o un cactus.
Si sabes que es bueno para desarrollar una rutina, encontrarás plantas como la platanera o la higuera de hoja de violín, que requieren un mantenimiento de rutina extremadamente gratificante. Con el plantfulness, nos damos permiso para apoyarnos en nuestras tendencias centrales y celebrarnos a nosotros mismos.
Dicho lo anterior, entre los principales beneficios del plantfulness destacan:
- Cultivar la paciencia, pues los ritmos de la naturaleza no son como nosotros queremos.
- Ayuda a estar presentes.
- Desconectas de los problemas.
- Descansas la vista.
- Favorece la creatividad.
Para dar los primeros pasos en el plantfulness, desde ROOTS te recomendamos estas cinco hermosas plantas:
- Stromanthe triostar.
- Maranta leuconeura fascinator.
- Scindapsus pictus.
- Oxalis triangularis purpurea.
- Ficus elastica tineke.
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